Por sabe Dios qué avatares de la vida, este hombre un día ya no pudo caminar más. No me quiso dar su nombre ni contestar a mis preguntas. Su carácter no es precisamente como la dulzura de su melodía, mezcla de jazz y cumbia. Ritmo que no pienso describir ahora, imagínenselo...
Nada hay que se parezca menos al sonido del saxo. Tienen que escucharlo. Se encuentra en el cruce de las avenidas Cuzco y Ayacucho.
Ahora recuerdo que solo me dijo que trabaja así desde hace 14 años.
A ellos los podrás ver bailando y contorneándose al gusto del que dé la propina en el jirón Andahuaylas, aquella calle en la que, bueno, creo que todos saben lo que sucedió allí....
Este jovencito de candorosa mirada deleitará a todo a aquel que se apreste a observarlo. Pero no se distraiga demasiado, cuide su billetera...

Esta muñequita de ébano se inventará nuevos pasos en proporción directa al monto de tu propina: Todo un espectáculo...

Sí, es el mismo que viste en algún reportaje de la televisión.

Su expresión refleja la emoción de su canto. Si eres amante de la música del recuerdo tienes la imagen del mejor intérprete de canciones de los Iracundos, Los Angeles Negros y demás.

Un ejemplo de lucha.
Mesa Redonda es un cúmulo de fuerzas, de vida. Aquí podrás encontrar de todo. Lo que sucedió el 29 diciembre de 2001 ha dejado una huella imborrable en los corazones de muchos que aún trabajan allí después de aquella trágica noche. Sé que en cualquier momento puede ocurrir de nuevo una desgracia. Casi todos los que laboran en Mesa Redonda creen que solamente cuando este mercado sea algo seguro, menos atiborrado, menos desastrozo; recién será el amanecer de 30 de diciembre de 2001.




Aquí la ya desaparecida agrupación The Verve en la voz de Richard Ashcroft interpreta al lado de Coldplay la Sinfonía Agridulce en un multitudinario concierto en Londres para acabar con la pobreza en el mundo: Live 8 , 2 de julio de 2005.









El cubil. En este cerro del Rímac “Maxi” vivió durante 30 años. Lo encontraron muerto en enero de 2002.
En este rincón del cerro el tiempo parce no existir. 
Unos dicen que es un perro; otros, un gato. Nadie está seguro. Hoy es el centinela y protege al escondrijo de drogadictos y orates. Pero no de la intemperie...
El centinela acecha, furibundo, a los curiosos. Al fondo, la cruz, solemne, intenta sobreponerse a lo pagano.
Rubia, de ojos celestes y cabellos ensortijados. Hoy, decapitada, su rostro inocente no acepta la realidad.
Otra muñeca herida, incluso, lejos de su cubil...
Su cara feliz contrasta su asquerosa realidad.
Juntó latas, fierros, botellas, zapatos, juguetes y más. Nunca vivió en paz, parecía un poseído. Sus vecinos dudan de su suicidio; dicen que lo mataron. Cuando lo encontraron colgado sobre una roca sus manos estaban atadas...


