lunes, 26 de febrero de 2007

CAIDOS DEL CIELO EN MESA REDONDA

Mesa redonda sigue siendo el mercado más tugurizado del Centro de Lima. Todos los días, a una orden del sol, miles de personas forman inmensos conglomerados buscando ganarse la vida de una u otra manera. Ningún impedimento, nada, detendrá a aquellas personas que están dispuestas a todo con tal de ganarse el pan; sin importar que el río de sus destinos vaya, aparentemente, a contracorriente.


Por sabe Dios qué avatares de la vida, este hombre un día ya no pudo caminar más. No me quiso dar su nombre ni contestar a mis preguntas. Su carácter no es precisamente como la dulzura de su melodía, mezcla de jazz y cumbia. Ritmo que no pienso describir ahora, imagínenselo...

Nada hay que se parezca menos al sonido del saxo. Tienen que escucharlo. Se encuentra en el cruce de las avenidas Cuzco y Ayacucho.


Ahora recuerdo que solo me dijo que trabaja así desde hace 14 años.

A ellos los podrás ver bailando y contorneándose al gusto del que dé la propina en el jirón Andahuaylas, aquella calle en la que, bueno, creo que todos saben lo que sucedió allí....

Este jovencito de candorosa mirada deleitará a todo a aquel que se apreste a observarlo. Pero no se distraiga demasiado, cuide su billetera...

Esta muñequita de ébano se inventará nuevos pasos en proporción directa al monto de tu propina: Todo un espectáculo...

Sí, es el mismo que viste en algún reportaje de la televisión.

Su expresión refleja la emoción de su canto. Si eres amante de la música del recuerdo tienes la imagen del mejor intérprete de canciones de los Iracundos, Los Angeles Negros y demás.

Un ejemplo de lucha.

Mesa Redonda es un cúmulo de fuerzas, de vida. Aquí podrás encontrar de todo. Lo que sucedió el 29 diciembre de 2001 ha dejado una huella imborrable en los corazones de muchos que aún trabajan allí después de aquella trágica noche. Sé que en cualquier momento puede ocurrir de nuevo una desgracia. Casi todos los que laboran en Mesa Redonda creen que solamente cuando este mercado sea algo seguro, menos atiborrado, menos desastrozo; recién será el amanecer de 30 de diciembre de 2001.

domingo, 25 de febrero de 2007

VIDEOS MUSICALES

WHIT A LITTLE HELP FROM MY FRIENDS - JOE COCKER
"Con una pequeña ayuda de mis amigos"

¿Qué pensarías si yo cantara desafinado?¿Te levantarías y te alejarías de mi? Préstame tus oídos y te cantaré una canción. Y trataré de no cantar fuera de tono.Oh, lo conseguiré con una pequeña ayuda de mis amigos...Mm, llego alto con una pequeña ayuda de mis amigos...Mm, lo intentaré con una pequeña ayuda de mis amigos...


En el festival musical de Woodstock 1969, Joe Cocker, extasiado, da vida a la canción de la recordada serie que marcó época :Los años Maravillosos. Un video donde se muestra el cómo se debe sentir una canción al momento de interpretarla: Disfrútenla...





ALL YOU NEED IS LOVE- THE BEATLES

En un época en que la música era algo así como la panacea del espíritu y corazones rebeldes proclamaban la mentira que era la guerra y la violencia en este, nuestro planeta; surgió esta canción que con un mensaje tan sencillo como "todo lo que necesitas es amor" se convirtió en la canciónn más popular del mundo en ese entonces. Este es un video clásico de la música universal.




AVENIDA LARCO- FRAGIL


Uno de los grupos centrales de toda la emblemática movida rockera peruana de los años ochenta. Si existe una canción peruana que la puedes mencionar sin ningún problema en el exterior, es esta; considerada la mejor canción de la historia del rock peruano. No puedes dejar de escucharla.






EL OSO- LEUZEMIA

Un sobrio video pero lo mejor que se pudo hacer con poca plata. Una letra especial. El oso es una canción que de hecho está entre tus favoritas sin aún te quedan esperanzas.





BITTER SWEET SYMPHONY-THE VERVE

Aquí la ya desaparecida agrupación The Verve en la voz de Richard Ashcroft interpreta al lado de Coldplay la Sinfonía Agridulce en un multitudinario concierto en Londres para acabar con la pobreza en el mundo: Live 8 , 2 de julio de 2005.





KNOCKING ON HEAVEN'S DOOR-GUNS AND ROSES


Los Gunners Tocan las puertas del cielo en un tributo al genial Fredy Mercury en el estadio Wembley en 1992. Y si encuentras una mejor interpretación que esta, en vivo, por favor, avísame...


Nota: Esta es la versión completa con más imágenes de Axl, Slash, Yzzy, y las chicas del coro. Simplemete de otro planeta



sábado, 24 de febrero de 2007

TRISTES ESTATUAS DE INVIERNO


Lima, la ciudad del cielo color ceniza, acoge en uno de sus distritos más tradicionales: el Rímac, a unas estatuas que parecen no inmutarse ante el frío que atañe a sus habitantes la mayor parte del año. Estas representan a los doce meses y a los signos zodiacales. Aquí una entristecida muestra de cómo se ven en invierno.











LOS HOMBRES MANOS TIJERA


La danza de las tijeras representa una de las más cruentas y espectaculares formas de folklore andino. Una danza de euforia en la que se exalta la espiritualidad andina. Se desarrolla en los departamentos de Huancavelica "Gala", Ayacucho "Danzaq", Apurímac "Saqra" y Arequipa "Villanos". Las fotos que presento a continuación son de la fiesta de Ahuaycha (Tayacaja)-enero de 2007. Todas ellas forman parte del Atipanacuy, que es la competencia que mide el valor de los danzantes.

Runa Mico (el que come gente) avanza, decidido, sin importarle que su sangre teñirá el ruedo. Sólo le interesa complacer al público que está deseodo de conocer su valor...

La foto postal.


Mucha gente se ha dado cita esta tarde. Y hay quienes aprovechan la oportunidad...

Los "ahuelos" (Machu taytas-Gentiles) son los encargados de mantener el orden y el buen espectáculo. Sus látigos no comtemplan reparaciones al momento de impactarse en los cuerpos de los revoltosos.



Una pareja de "ahuelos" posando para la foto.



Cuando estuve a punto de conocer el poder de su látigo, una vez más la cámara me salvó de lo peor...


De pronto, alguien tiró un sapo por los aires. Despues llovieron muchos, muchísimo sapos.



El gentío, presa del pánico, huye despavorido lejos de la lluvia de sapos.

Kichcamico(come espinas) ha entrado al escenario dispuesto a todo.


El sanguinario Kichcamico se ha incrustado un cuchillo en la pantorrilla y un alambre entrecruzado en su cuello resiste el peso de la caja de cervezas.


Sentado sobre espinas, a estas alturas de su presentación lo único que le interesa es impresionar al exigente público.




Dicen que los galas ven al diablo que está suspendido en el aire durante el Atipanacuy. Quizá por eso mantiene los ojos fijos en el horizonte, como si mirara algo o a alguien. Kichcamico me dijo, después, que sentió emoción; pero no dolor...

jueves, 22 de febrero de 2007

EL CUBIL DE MAXI

Maximiliano Tiburcio Atalaya García "Maxi" vivió a su manera durante tres décadas en un paupérrimo cubil sobre un cerro del Rímac. Murió trágicamente. Dicen que fue un loco, un poseído, un condenado. Su guarida persite en el tiempo. Su recuerdo también...



Cráneo que dejó Maximiliano Tiburcio "Maxi" sobre una pared de su mísero cubil. Se suicidó en diciembre de 2002.



El cubil. En este cerro del Rímac “Maxi” vivió durante 30 años. Lo encontraron muerto en enero de 2002.



Trapos, frazadas , piedras..."Maxi" construyó su guarida con todo lo que fuera capaz de encerrar un espacio y aislarlo del mundo.





En este rincón del cerro el tiempo parce no existir.




Sobre el lugar donde lo hayaron sin vida se erigió esta cruz como símbolo de cristiandad. Y alguien aún se acuerda de él...


Unos dicen que es un perro; otros, un gato. Nadie está seguro. Hoy es el centinela y protege al escondrijo de drogadictos y orates. Pero no de la intemperie...

El centinela acecha, furibundo, a los curiosos. Al fondo, la cruz, solemne, intenta sobreponerse a lo pagano.


Partes de muñecas se encuentran alrededor de su cubil."Maxi" nunca tuvo una mujer.


Rubia, de ojos celestes y cabellos ensortijados. Hoy, decapitada, su rostro inocente no acepta la realidad.


Otra muñeca herida, incluso, lejos de su cubil...


Su cara feliz contrasta su asquerosa realidad.

Juntó latas, fierros, botellas, zapatos, juguetes y más. Nunca vivió en paz, parecía un poseído. Sus vecinos dudan de su suicidio; dicen que lo mataron. Cuando lo encontraron colgado sobre una roca sus manos estaban atadas...


miércoles, 21 de febrero de 2007

FOTOS DE UN TROVADICTO: Mi encuentro con Daniel F


Para mis amigos del Colegio Daniel Hernández-Promoción 2002


Nunca había cruzado palabras con alguno de mis cantantes favoritos. Nunca. Y creo que seguirá siendo así en la mayoría de los casos; es decir, no me imagino en qué circunstancias podría intercambiar palabras con Paul McCartney, Axl Roses, Miguel Mateos o Joaquín Sabina. En sueños sí pude. Pero en la vida real sólo pude hablar, aunque sólo un ratito, con el cantante que removió mis intestinos y me produjo ganas de expulsar todo lo emputecido que tenía por dentro. Incluyendo la forma de escribir.

Todo comenzó por una feliz o quizá, desgraciada (aún no lo sé) coincidencia, cuando mis oídos captaron una voz gangosa medio afónica que proclamaba la mentira que es la educación en el Perú voceando “al colegio no voy más, ni huevón” . ¿Qué grupo es ése? Indagué medio pasmado. Y el nombre llegó a mí como por inercia: “Leuzemia. La voz es de un tal Daniel Efe .O sea al final sólo la letra. Efe de feo, creo” , me dijeron. Y desde entonces Daniel F, a través de sus letras, pinta de colores mi, a veces, gris realidad. Aunque no siempre estoy de acuerdo con su forma de pensar, muchas cosas que no aprendí en el colegio, lo aprendí de sus canciones.

La noche que hablé con él no era mi primer concierto punk. Hubo solo uno que le precedió. Fue en Huancayo, únicamente se presentaron grupos de muchachos cerriles que hacían covers de los consagrados; lo cual no impedía que los asistentes danzaran haciendo un círculo propinándose codazos, patadas, escupitaj
os y demás. No me atreví a hacerlo, no quería hacerlo. “El pogueo no es lo mío”, pensé. Algunos meses después, cuando ya mi afición por Daniel y toda la onda punk (menos la formad de vestir) era innegable, se me presenta la oportunidad de asistir a uno de sus conciertos. Todo era propicio empezando por el precio, que consistía en una misia luca, un sol; el lugar, la explanada de mi universidad; el día, viernes. Entonces decidí pasar la voz a mis amigos del colegio, los que se conocen una sola vez en la vida. Cinco de ellos acudieron a mi llamado: Joe, Vico, Shao, Loko Miki y el Chato. Todos ellos ávidos de estridencias underground.

Acudimos temprano para ganar una ubicación cercana al escenario. Nuestra primera impresión fue un grupito de gente esperando casi inmóvil la apertura de la puerta de ingreso. “Todavía está en nada” dijimos. Y decidí invitarlos a la Decana y mostrarles sus costumbres más “arraigadas”. Nos aprovisionamos de material bélico (léase licor) y de frente al patio de Derecho a recordar viejos tiempos. Pero como no somos unos borrachos empedernidos solo lo hacíamos para “hacer hora” m
ientras llegaba el momento del concierto. Pero en eso El chato dijo “ya vengo” y no volvió más. Cuando nuestra botella apenas bajaba de nivel la noche nos sorprendió y con ella surgió la preocupación por el concierto. Pero cuando llegamos, sorprendentemente, ese grupito inicial se había convertido en una fila de personas que bordeaban el cerco de la universidad más allá de nuestra vista. No quedaba otra que encontrar el final de la cola pero a medida que avanzábamos se hacía más larga y no llegamos a ver el otro extremo tras haber caminado un buen rato. “Ya fue” decíamos con una risa irónica. Sólo teníamos tiempo hasta las 10 de la noche y hacer la cola nos hubiera dejado, siendo optimistas, unos 10 felices minutos de concierto. ¡No podíamos quedarnos así! Entonces recordé en voz alta que había visto una vez a un vendedor de gaseosas saltar, sin mayor esfuerzo, una reja metálica para entrar al estadio. Pero para realizar nuestro zampón plan había que volver a entrar al campus universitario.

Cuando estuvimos frente a la supuesta redentora puerta nos dimos con la sorpresa de que no conducía al lugar del concie
rto, que resultó siendo la explanada sur y no las graderías, como creíamos en un inicio. Pero el plan era ingresar y estábamos dispuestos a todo. Nos dirigimos a la puerta de ingreso opuesta. Estaba cerrada y vigilada, sólo ingresaban personas autorizadas. Un buen grupo, como de unas treinta personas, se formó para pedir que por favor habilitaran esa puerta. Era inútil. Y cuando parecía que los guachimanes nos iban a botar de la puerta apareció un tipo gordo y de pelo largo que dijo. “Somos de Leuzemia y no sabemos por dónde ingresar” Entonces supe que alguien estaba muy cerca de allí. Miré hacia atrás y vi que llegaba un hombre con una capucha ploma, pequeño, flaco. Parecía un fantasma y dije. “Mira Joe: ése es” Abrieron la puerta inmediatamente y los integrantes entraron. Creímos que Daniel iba interceder por nosotros para ingresar “Daniel aquí está tu gente” , decían algunos; pero él nada podía hacer. Y desapareció en la oscuridad. En ese momento me di cuenta de que no le había tomado ninguna foto teniéndolo tan cerca. Había perdido la mejor oportunidad por la emoción y por creer que todos ingresaríamos junto con él. Pero no fue así. La noche parecía perdida. Nada nos salía como queríamos. Seguimos insistiendo, no sé por qué, por un buen rato más. El grupo había crecido. ¿Cuál era el inconveniente para no ingresar? Fue así que llegó una chica con un fajo de papeles en la mano. Eran las pases de entrada, vimos la luz al final del túnel y comenzamos a ingresar pagando nuestro sol en completo orden. Pero yo estaba desanimado por la oportunidad perdida para tomarle siquiera una foto.

Así que estábamos frente al escenario, en primera fila, habiéndonos ahorrado más de una hora de hacer cola. Ahí estaba Rafo Raez alternando con el órgano y la guitarra. Cantaba extasiado emitiendo sonidos ligeros, bohemios y rasposos. La batería de mi cámara me indicó que se agotaba. Pensé que tal vez no alcanzaría a tomar fotos ni del concierto de Leuzemia. Decidí apartarme del grupo y buscar al mítico trovadicto del punk. Fui detrás del escenario y vi una carpa improvisada. No podía ser otro lugar más que el camerino. Estaba abierto y a oscuras. Vi su silueta inconfundible. Sin que nada me importara entré y fui directamente hacía él. Por la emoción trastabillé con mis palabras y no me acuerdo muy bien lo que le dije, sólo sé que él aceptó que lo fotografiara. Entonces enfoque al cálculo porque no se veía nada y sólo el flash me revelaría lo que llegué a encuadrar. Quise fotografiarlo una vez más e inmortalizar el momento al lado de la leyenda del punk-rock peruano. Pero como él es un hombre huraño y callado se incómodó por fotografiarlo de tan cerca como si fuera un modelo de televisión o algo parecido. Él odia las fotos porque, según me dijo irónico y previo a la ira, nunca sale guapo. Insistí para una más. “Con la guitarra, Daniel” le dije. “Así no ma´... no la cagues pe´ conchatumare”, respondió a mi atrevimiento. Había olvidado que es un hombre que casi nunca habla fuera del escenario. Pero lo que me dijo no lo dijo de una manera ofensiva, sino como algo natural, qué más da, esa es su forma de hablar. Tomé la segunda foto. Le volví a dar la mano y le agradecí. Daniel F me despidió amablemente. “Ya chevere”, me dijo. Y me estrechó la mano una vez más. Tenía una mano suave, como de mujer, a pesar de que él se considera un onanista a tiempo completo...




Regresé corriendo donde mis camaradas y les conté mi experiencia haciéndoles ver las fotos. Me sentía orgulloso. Recién en ese momento me di cuenta de que había fotografiado dos veces al hombre más huraño del mundo. Vi la primera foto y lo noté más muerto que vivo. La segunda, al fin y al cabo, llegó a salir con la guitarra. En ese momento Rafo Raez se despidió del escenario para dar pase a Leuzemia. Cuando iba a empezar el concierto traté de fotografiarlo pero ni bien abrió la boca para cantar una avalancha humana se vino sobre mí y la cámara. Por poco y la pierdo y con ella mis imágenes más preciadas. Trataba de no caer y salir del remolino de codazos, patadas y empujones. Cuando lo logré hice más tomas hasta que se acabó la batería de la cámara. Guardé todo y se lo di a Vico, quien no se atrevió a poguear. Pero yo sí. Quería hacerlo y lo hice. Me metí en el remolino y comencé a corear las canciones que siempre me gustarán. Esa noche tocó El oso, Al colegio no voy más, los regalos del viento entre otras. Me dejé llevar por el desgarro de su guitarra y floté en ese mar de gente. Aquella noche de vesanía siempre quedará grabada en mis memorias porque sentí el verde de la libertad. Me dejé llevar por la música de aquellos antihéroes y sentí aquí dentro la emoción de haber dado lo mejor. Y no sé si sea en vano todo esto pero confío en que la trova y el punk de Daniel F me seguirán dando más lecciones. Y me seguirán haciendo ver que la vida, a pesar de toda pena, sigue siendo bella...